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viernes, 18 de diciembre de 2009

Trabajar no es un juego

El flagelo del trabajo infantil, que hace dos décadas era propio de las zonas rurales, ha invadido las pequeñas ciudades. Los chicos que limpian parabrisas, venden golosinas o simplemente piden limosnas, forman ya parte del paisaje urbano. Pero es en las provincias más pobres donde el fenómeno alcanza mayor gravedad. En el este de Tucumán, por ejemplo, se ha constatado que más del 40% de los niños en edad escolar trabajan en las cortadas de ladrillos y en las zafras de limón. El caso de los ladrilleros es particularmente preocupante. El procedimiento de producción consiste en elaborar adobe que luego es introducido en moldes de madera, se deja secar y recién entonces puede ser implantado en el horno para su cocción. Cuando llueve,, los trabajadores -que carecen de obra social, seguro de riesgo de trabajo, y de cual-quier otro beneficio- no pueden asistir a sus tareas y de esta manera pierden el jornal. A esto se suma que sus hijos menores -a partir de los 12 años- laboran con ellos en jornadas que exceden las 12 horas, soportando tareas insalubres que exigen un gran esfuerzo corporal, así como la exposición a elevadas temperaturas, y provocan asimismo diversas afecciones en la columna vertebral y los riñones, además de trastornos respiratorios.

Fuente: Acción Nº 1036 2º quincena 10/09.

Publicado en No te calles... Ya! Los gurises Nº 18 (nov 2009)

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