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sábado, 13 de diciembre de 2008

Consecuencia de la desatención infantil.

Muchas veces se ataca sin medir las consecuencias a los jóvenes que buscan en el fondo de un envase de alcohol o en arrimarse a alguna droga un poco de aliciente a su vida.

No sabemos cual es la vida que traen, solo nos limitamos a hacer comentarios y agitar la cabeza diciendo que no.
Pero muchas veces ese pibe o pibe proviene de un hogar donde la falta de dinero hace que el sostén de hogar se sienta ofuscado y descargue ese malestar con golpizas infernales. Pero todo tiene consecuencia, ese gurí presenta problemas en la escuela, ahora ¿que puede llegar a hacer un docente ante un comportamiento no aceptado? ¿A quien se tiene que responsabilizar si un chico en esas circunstancias no responde a la materia?
Eso es muy recurrente en los sectores menos pudientes de nuestra sociedad, pero cuando el desgano y el desapego se hace presente en la “clase alta” puede ser mas cruel, ya que se intenta comprar el cariño de un niño por sus padres, o peor aun, con el fin de mantener las apariencias obligan a una nula alimentación o una alimenticio a pura comida chatarra en post de un beneficio económico que sirva para mostrar a la sociedad que tiene dinero. Aunque esto implique muchas veces saltearse una cena. ¿Esto no es peor que no tener?
Aquellos que no tuvimos por mucho tiempo tratábamos de conseguir, pero nos encontramos con una sorpresa al saber que esto sucede y que no es para nada nuevo. Ese desapego se manifiesta de muchas maneras.
Las nuevas culturas o subcultura, que para mi entender son modas impuestas por los medios de comunicación, son producto de la imagen y del consumo. Pero no todos pueden tener acceso a lo que se necesita para mantener una producción de ropa y maquillaje. En este caso muchos padres han comentado lo costoso que es mantener las modas de un adolescente.
Encontrar la tranquilidad frente a una computadora o con una filosa navaja hacerse daño por todo el cuerpo es una manera de pedir un poco de atención, pero es mucho mas fácil mirar por la tele a psicólogos y sociólogos justificar ese accionar que sentarse a hablar alrededor de una mesa después de cenar y comentar como estuvo el día de cada uno de los miembros de la familia.
Es mas sencillo luego culpar a la sociedad y martirizar a los pobres como violentos aunque muchos justifican el accionar de sus hijos en las riñas de escuela aduciendo a la rivalidad antiquísima o en problemas que no son de relativa importancia.
En realidad no es mas que una segmentación de las clases sociales, justificando accionar en algunos casos y castigando en otros, muchas cosas serian cambiarían si se hablara un poco mas o si se predicara con el ejemplo…

Palacio, Alejandro Juan José
rusoconcordience@hotmail.com
PD: “…morir queriendo ser libre…”

Publicado en No te calles... Ya! Los gurises Nº 13 (Dic 2008)

Concordia: suicidios de adolescentes y jovenes


HAY UN GRITO SILENCIOSO ENTRE NOSOTROS… ¡PRESTEMOS ATENCIÓN¡ ¡MANTENGÁ- MONOS ALERTAS!
A pesar de que no he podido dejar de pensar en este tópico -durante las últimas tres semanas- recién me siento con ánimo como para poder hablarlo o expresarme, ya que tras todo shock, generalmente sobreviene la angustia o la parálisis.
El tema que me aqueja y moviliza: los reiterados casos de suicidio de adolescentes y jóvenes en nuestra ciudad. Tema que, a pesar de que es dolorosísimo, pareciera que como sociedad no nos importara, o al menos evitáramos hablar…
Tal vez, el haber estado relacionada emocionalmente a tres de los tantos casos que ocurrieron en este año en Concordia sea el motivo de que me sienta tan con-mocionada y resuelta a intentar hacer algo…o quizás, sea esto -sumado a una aparente indiferencia frente al tema...- lo que me lleve irremediablemente a tomar cartas en el asunto.
Tres casos puntuales: el primero, un primo -de 40 años de edad- que se suicidó de un balazo en la Plaza España, dejando una jo-ven esposa e hijitos y unos padres y hermanos sin consuelo… el segundo, una alumna del Profesorado en Lengua y Literatura -querida Valeria, de 26 años- que lo hizo prendiéndose fuego…y el tercero, una ex compañera de secundaria de unos de mis hijos -de 19 años- cuyo medio fue ahorcarse, dejando una hijita de tan solo 3 añitos…
Me pregunto, sin respuestas: ¿cuál puede ser el detonante de semejante determinación?, ¿qué cosa puede ser tan terrible para que -tres personas que estaban en la plenitud de sus vidas -hayan llevado a cabo semejante elección?
Y digo elección…porque la libertad del ser humano también incluye el elegir la vida o, en este caso la muerte… aunque no estoy del todo de acuerdo, porque es libre quien no está sometido a ninguna presión, quien no fue llevado por algún motivo a una situación límite, quien no se siente encerrado… entonces, no eran libres de elegir, creo yo, porque la muerte fue vista como liberación de esa presión, situación límite o encierro.
Mi segunda reacción -ante la realidad de estos casos consumados- fue la impotencia de saber que hubiéramos podido evitarlos. Pero, ¿cómo evitarlos si desconocemos el perfil de los potenciales suicidas?, ¿cómo evitar unas muertes que no dieron pistas o, si las dieron, fueron apenas imperceptibles? , ¿o es que íbamos por la vida tan ensimismados con nuestros propios problemas que estábamos incapacitados para percibir el grito silencioso de auxilio, que seguramente nos estaban dando?
Juan Carr, el fundador de la Red Solidaria, dice que el suicidio en la Argentina es “una epidemia oculta” y da las siguientes estadísticas:
- CADA CUATRO HORAS UN ARGENTINO SE QUITA LA VIDA.
- Dos de cada tres muertes corresponden a chicos entre 15 y 24 años.
- La segunda franja etaria con muchos suicidios es la de personas mayores de 70 años.
- En la Argentina se duplicó el suicidio en 10 años (1997-2007)
- En el 90% de los casos, si la situación de la persona es percibida por el entorno o por profesionales de la salud, la muerte es evitable.
Y agrega que “esta problemática suele ocultarse y esconderse, pero los países que disminuyeron el número de muertes multiplicaron el tratamiento del tema en los medios de comunicación, con la colaboración de los especialistas y de los profesionales”.
Entonces, como sociedad, no podemos bajar los brazos, pensando erróneamente que no podemos hacer nada. Desde cada lugar que ocupamos, debemos aunar esfuerzos para evitar que nuestros adolescentes y jóvenes se quiten la vida. El suicidio, sabemos, es uno de los hechos más difíciles de comprender, mucho más cuando se trata de adolescentes y jóvenes. No basta con que sus muertes nos produzcan pena y piedad. No, se trata de la necesidad de una profundización de nuestro conocimiento para impedir este tipo de muerte.
Pude averiguar, a través de Internet, que la Red Solidaria intenta generar equipos de prevención en las regiones más afectadas por la “epidemia”, en los que puedan incluirse a docentes y líderes comunitarios locales.
Como docente, tomo la iniciativa y hago un llamado a toda la comunidad de Concordia, a las distintas Instituciones educativas, médicas, religiosas, deportivas a mirar de frente una realidad que nos agobia y, precisamente, porque nos agobia, es necesario que hagamos prevención y la desterremos definitivamente de entre nosotros. ¡NO DEBE SUICIDARSE NINGÚN JOVEN O ADOLESCENTE MÁS EN CONCORDIA!

Pérez, Mónica Elena
Profesora en Lengua y Literatura

Publicado en No te calles... Ya! Los gurises Nº 13 (Dic 2008)