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lunes, 10 de marzo de 2008

Ojos que no ven


Existen crímenes aberrantes, aunque aquellos que son llevados por el simple goce de satisfacer inclinaciones morbosas aparecen con un repudio generalizado; mas aun cuando esa satisfacción se da por medio de menores de edad que se ven obligados a mantener actos sexuales a cambio de algún tipo de remuneración.
Se estima que en el año 2002, 4 millones de mujeres fueron vendidas, de ellas, la mitad son niñas de entre 5 y 15 años para ser introducidas en el comercio sexual (según un informe de Naciones Unidas). Este tipo de “negocio”, la trata de seres humanos como mercancía, mueve 32000 millones de dólares anuales, superando las ganancias del tráfico ilegal de armas, según datos otorgados por la OIT, así 1 millón de chicos cada año ingresan al mercado de la prostitución infantil que mueva más de 5000 millones de dólares anuales. En argentina se estima que la zona de l Triple Frontera hay mas de 3500 menores de 18 años que sufren algún tipo de violencia sexual.
Las organizaciones que se dedican a este tipo de bajeza tratan de reducir al mínimo la posibilidad de que alguien busque a los raptados y los reclame, por eso prefieren a los chicos de familias en situación de exclusión, con problemas de violencia, de adicciones y de falta de educación así como victimas de abuso sexual o chicos que viven en la calle.
En general captan a través del engaño, de la seducción o de la persuasión, aprovechándose de su vulnerabilidad. Cuando las toman ya es difícil salir por que las encierran en prostíbulos y las hacen vivir allí, sin contacto con el mundo exterior. Además rotan a estos menores de ciudad, por si alguien la esta buscando o para que son se hagan amigos entre ellos y se comploten en contra de sus proxenetas. Esto solo es posibles gracias alas complicidades de policías y funcionarios. De este modo la prostitución infantil en nuestro país figura como una de las más elevadas del mundo según la ONU. Sin embargo no hay cifras exactas sobre el tema dado que las fuentes son tan clandestinas como las propias prácticas. Pero no hay duda de que los números son elevados, sobre todo si se tiene en cuenta el notable incremento de la explotación sexual a menores. Una de las pocas estadísticas rescatadas indica que en la ciudad de Buenos Aires, hacia 1997, había 1000 mujeres en situación de prostitución: 3000 trabajadores en la calle y 7000 puestas adentro.
Muchos niños son coaccionados, secuestrados, vendidos y engañados o sometidos a distintos tipos de tráficos para realizar servicios sexuales. Algunos son llevados a la prostitución por las circunstancias, como una manera de mantener a sus familias, como medio de sobrevivencia en las calles, pero la mayoría de ellos bajo amenaza, mentiras y engaños. La pobreza es una de los factores desencadenantes en el crecimiento de esta industria, aunque también hay un círculo de prostitución de lujo, de chicos de la clase media o alta.
Dicha prostitucion jamás es voluntaria. Los menores sufren el miedo, el hambre, a veces son sometidos a drogarse, por medio de castigos, torturas y multitud de circunstancias más que sobrepasan nuestra imaginación, convirtiendo la vida de cualquier ser humano en un verdadero infierno.
Los niños y niñas explotados sexualmente se obtienen por medio de capturas y raptos fundamentalmente originados en los cinturones periféricos y las zonas marginales de las ciudades más importantes del país. Por otro lado, una parte de esos menores son quienes escaparon de sus casas. Una vez cooptados, son golpeados, violados y castigados. Las palizas aseguran el silencio de los chicos; y las violaciones para que no sean vírgenes y tengan varias experiencias entes de recibir su primer cliente. Si se niegan a cumplir las ordenes se ven sometidos a un sin fin de aminazas, que involucran a sus familias o su propia vida. En casi todos los casos, los menores son drogados con cocaína para aumentar su rendimiento o con heroína para doblegarlos.
Muchas veces esta pesadilla nunca termina. Si no son liberados por la policía, muchas veces son asesinados cuando ya no les sirven mas, vendidos al extranjero sin posibilidad de volver, caen por una sobredosis, pueden convertirse en drogodependientes o no recuperar nunca su estado emocional y quedar en crisis.
La utilización de pornografía infantil es asistir a la excitación y gratificación sexual, pero detrás de eso hay otros objetos, como seducir al menor para así reducir la culpa, chantajear a un niño, establecer la confianza entre pedófilos, conseguir la entrada a clubes privados, producir para lucrar comercialmente o preservar la juventud de un niño en imágenes de la edad en que se prefiere.
Ignorarlo seria consentir esta realidad.

Palacio Alejandro Juan José.
rusoconcordience@hotmail.com

PD: “…morir queriendo ser libre…”

Publicado en No te calles... Ya! Los gurises. Nº 7 (Mar 2008)

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