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viernes, 24 de julio de 2009

"Infelices los niños"


Muchos delitos son aberrantes, pero no llegan al punto de la violación física de una persona, mas aun cuando se trata de menores y estos son sometidos por personas cercanas y de extremada confianza. El ultraje no termina cuando se cierra la puerta y se acomodan los pantalones.

Muchos hemos sido instruidos con ciertas bases en cuanto a cuestiones sexuales se refiere, una de las lecciones mas firmes y claras es prestarle especial atención a casos de abuso de sexualidad; claro es que no en todos los hogares se hacen hincapié en las mismas cuestiones y se prestan los mismos índices de confianza.
Esta relación de parentesco o familiaridad puede ser utilizada como punto de partida para satisfacer el apetito sexual de una manera por mas aberrante abusando sin miramientos, avasallando la fragilidad de un cuerpo, buscando victimas menores de edad.
En la Provincia de Buenos Aires se denuncia un promedio de 100 violaciones al mes, casi el doble que hace 5 años. El 58% de las víctimas tiene menos de 18 años. Los especialistas dicen que las eligen porque son más vulnerables, casi el doble que hace cinco años, cuando se registraban 54 casos al mes; estas estadísticas muestran además otro fenómeno, especialmente doloroso: seis de cada diez ataques sexuales tuvieron como blanco a menores de edad. En números: de las 1.220 denuncias tomadas el año pasado, 709 fueron de violaciones a adolescentes y nenas.
Al panorama puesto al descubierto por las estadísticas se suma la realidad a la que se enfrentan los profesionales que deben asistir a los menores: la mayoría de los casos de abuso sexual, especialmente los que tienen como víctima a niños y niñas, ocurren dentro del ámbito de confianza.
Dentro de la esfera familiar existe innumerables casos de pedofilia, pero ¿cuando no se tiene un hogar tradicional donde vivir? Es en este caso que los recintos como los hogares de niños manejados bajo una mascara de bienestar y de amor fraternal y platónico se convierten en reductos de potenciales violaciones.
Este es otro reducto donde una persona puede hacer abuso de su poder y someter a satisfacer placeres sexuales pensando salir impune de sus delitos.
Uno de estos casos que sirve de ejemplo es el juicio donde al sacerdote Julio Cesar Grassi fue encontrado culpable por abuso sexual agravado en dos de los 17 hechos que se le adjudicaban, ambos cometidos contra “Gabriel” y condenado a 15 años de prisión por el Tribunal Oral número 1 de Morón.
Donde quedó la justicia que encontrando culpable a un corruptor y violador de menores permite seguir viendo a los chicos que permanecen en la Fundación Felices los
Niños? Donde quedo la infancia y la fe de al menos un chico abusado por quien era responsable de su cuidado? Donde buscaremos justicia si esta se burla de los hechos? Que ejemplo podremos dar si la realidad nos golpea y se burla en nuestra cara? Como hacemos para recuperar a los miles de “Gabriel” que están deambulando entre el silencio y las lagrimas?

Palacio, Alejandro Juan José
rusoconcordience@hotmial.com

PD: “…morir queriendo ser libre…”

Publicado en No te calles... Ya! Los gurises Nº 17 (jun 2009)

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