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domingo, 22 de junio de 2008

Jujuy, su caso oscura


El portal oficial del Gobierno de la Provincia de Jujuy, como muchos otros portales de gobiernos provinciales argentinos, es un perfecto “Diario de Yrigoyen”.
Durante la segunda presidencia de Hipólito Yrigoyen, como se sabe, sus allegados le hacían imprimir un diario de un solo ejemplar en el que no había otra cosa que buenas noticias, para no preocuparlo y para no tener que soportar sus reprimendas.
Como también se sabe, una mañana de septiembre de 1930 aquel presidente Yrigoyen se desayunó con la noticia (nunca publicada en su diario) de que un movimiento militar, con apoyo de buena parte de la ciudadanía, lo estaba sacando a empujones de la Casa Rosada.
En este diario de Yrigoyen jujeño que comentamos las noticias son, por ejemplo, que empezó la zafra en Mendieta, que se han abierto cursos sobre tapir y pecarí labiado, que se busca a una persona desaparecida, que hay jornadas de Educación Solidaria en Perico y que “avanzan las obras” del Hospital de Niños.
Fuera de esas noticias del día, en los módulos correspondientes a los ministerios y secretarías del Gobierno, se informa sobre los distintos planes en ejecución, todos con nombres optimistas:
“Plan Nacional de Desarrollo Local y Economía Social Manos a la Obra”, dice uno. “Programa Familias por la Inclusión Social”, dice otro. “Plan Provincial Familia Emprendedora”, “Plan de Fortalecimiento Alimentario”, y así.
Son tan auspiciosos los títulos de los Planes, tan llenos de buenas intenciones, que dan ganas de irse a vivir a los Planes.
Lástima que de planes no se vive. En el mejor de los casos, se sobrevive.
Y el hecho de que los funcionarios se tranquilicen dibujando estadísticas y datos alentadores en una página web, no es más que la contracara de una realidad atroz, una realidad de desprecio y abandono, que sólo se hace visible cuando ocurre una catástrofe, un hecho policial notorio o una pueblada.

Palos contra el hambre
El viernes 6 de junio las cámaras de la televisión argentina mostraron un violento desalojo de manifestantes de la Multisectorial en el Municipio de La Quiaca, próximo a un importante puente internacional que vincula la Argentina con Bolivia.
Erizaba la piel ver a los policías antimotines jujeños, con escudos, cascos y una indumentaria que los convierte en “Robocops” (tanto física como mentalmente), pegar palazos y dar empujones a mujeres y niños; arrojar granadas de gas en espacios cerrados y disparar balas de goma (sin dejar de amenazar con las otras) a manifestantes que sólo cuentan con sus manos y con las piedras de la calle para devolver tantas gentilezas.
La protesta había empezado en la ciudad usando la modalidad de la crucifixión simbólica, inaugurada hace algunos años por el sacerdote católico Jesús Olmedo, uno de los referentes de la lucha social en Jujuy. Y siguió con una marcha de tres mil personas en el puente internacional.
En sus primeras apariciones, los “crucificados” jujeños que denunciaban el genocidio por hambre y la desnutrición de miles de niños de la provincia, lograron tener prensa y cámaras de televisión para enviar su mensaje. Pero esta última vez, en una Argentina convulsionada por piquetes y contrapiquetes -y cuando la desnutrición de los chicos de la Puna, como denuncia exasperado el cura Jesús Olmedo, ya llega al 50%- las crucifixiones simbólicas no sirvieron.
Lo que sí llegó a la prensa y a la televisión del país, por unos momentos, fue el violento desalojo de las familias inermes que habían ocupado el edificio municipal de esa ciudad de la frontera.
Vista la repercusión, el intendente de La Quiaca, Ernesto Daniel Suárez, salió pronto a descalificar a Olmedo, relativizando la veracidad de las denuncias e invitando públicamente al cura “a dialogar, para sacar al pueblo adelante”.
“Una sola condición le pongo -agregó el intendente Suárez, patético- es la verdad, sólo la verdad y nada más que la verdad...”
Sería bueno que el Dr. Suárez aplique ese mismo concepto en la edición de la página web de la Municipalidad de La Quiaca, que vendría a ser otro diario de Yrigoyen en donde se les pinta a turistas y visitantes una realidad idílica y pintoresca, con títulos como “Salud en los Barrios”, “Salud bucal para todos”, “Deportes para todos”, “Pileta climatizada”, etcétera.
Antes que el Tren Bala, Dr. Suárez (perdón, nos confundimos), antes que los deportes y la pileta climatizada, déles de comer a todos los chicos de La Quiaca. Y que no les falten remedios ni ponchos ni frazadas este invierno.
En La Quiaca del Bicentenario (perdón, otra vez nos confundimos), en La Quiaca del Centenario, Dr. Suárez, el mejor diploma y la mejor condecoración para su Intendente será poder decir, sin temor a que lo desmientan, que logró erradicar el hambre y la desnutrición infantil.

Oscar Taffetani

Publicado en No te calles... Ya! Los gurises Nº 9 (Jun 2008)

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